Amnesia:
Cierta persona, conocida en la literatura médica con las iniciales GR, amaneció un día en estado de confusión mental, sin poder mover el brazo derecho y con dificultades al hablar. Con referencia a lo que aquí nos interesa, este paciente no recordaba nada concreto de su pasado y mismo tenía duda acerca de su propia identidad. Los médicos hallaron que GR había sufrido una apoplejía que había dañado su tálamo izquierdo, parte esencial del diencéfalo para la memoria autobiográfica. Aunque era capaz de reconocer a sus familiares, era incapaz de recordar nada en relación a ellos, a su trabajo, o a cualquier episodio de su vida, lo que supone que GR padecía “amnesia retrógrada”; pero aquí no acababan sus dificultades, pues GR tampoco era capaz de almacenar información eficazmente sobre su vida cotidiana después de la apoplejía, poniendo en evidencia que también padecía “amnesia anterógrada”.
A partir del accidente cerebral, GR se sumió en una depresión que lo llevó a dejar su trabajo de artista porque, como decía él, “ya no tenía un yo que expresar”. No tenía ningún recuerdo de su pasado, con lo que era no sólo incapaz de expresar cualquier aspecto de sí mismo, sino que no conseguía dotar de significado a su vida en el presente, mermando asimismo la posibilidad de pensar acerca del futuro. Se pasaba el día durmiendo y sumido en un estado de apatía permanente.
Hipermnesia:
No sólo la amnesia supone un deterioro de nuestra calidad de vida; otro trastorno opuesto, conocido como hipermnesia, puede interferir en un normal desarrollo de nuestra vida. La hipermnesia es un curioso fenómeno que pone en evidencia que los sujetos que la padecen logran consolidar los datos aprendidos a lo largo del tiempo. Si en condiciones de laboratorio se sometieran a dos grupos de sujetos – hipermnésicos y normales – a una prueba de memorización de imágenes, veríamos como en los sujetos normales el porcentaje de respuestas correctas mermaría con el tiempo, entre una prueba y otra. En los sujetos con hipermnesia, el hecho de memorizar unas series de imágenes y dilatar el tiempo de espera la presentación de la otra prueba, no merma este porcentaje, si no que parece aumentar. El resultado de este experimento sería que en los sujetos con hipermenesia el engrama no parece deteriorarse con el tiempo, sino que mejora, fenómeno conocido como consolidación. Estos sujetos utilizan las sucesivas pruebas a las que son sometidos como entrenamiento activo para consolidar el engrama y recuperar otros olvidados mediante los indicios recuperados en las sucesivas pruebas.
Un periodista llamado Shereshevskii (“El pequeño libro de una gran memoria”), cuyo caso fue descrito por el neuropsicólogo Alexander Luria, padecía hipermnesia: era capaz de memorizar todo tipo de datos y detalles triviales de cualquier episodio de su vida, desde listas de números a pormenores de acontecimientos de la vida cotidiana. Aunque pueda parecer paradójico, este problema era la causa de que al sujeto le abrumaran todos los datos almacenados y fuera incapaz de comprender el sentido general de lo que percibía, de captar conceptos abstractos. No lograba aprehender el sentido de los textos que leía al ser incapaz de abstraerse de los numerosos detalles que el mismo recordaba, por ejemplo.
Gracias a casos como este, comprendemos que aunque no recordar los acontecimientos de nuestra vida sea frustrante, lo contrario puede derivar en quedarnos sin una historia de vida que contar. La forma en que funciona nuestra memoria, siendo a veces insuficiente o deficiente a nuestro parecer, es sin embargo perfecta, pues gracias a no recordar todo lo que vivimos ni a olvidarlo todo, guardamos en nosotros mismo un recuerdo de los rasgos generales de nuestra vida de manera bastante fiable, los suficiente como para formarnos una idea más o menos exacta del mundo en el que vivimos.